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24/02/20 Compartir:

Bienvenida 2020

Más de cien días de estallido social, un naciente 2020 furioso en incendios, Australia como ejemplo, distintos levantamientos, Francia, Bolivia, Chile en donde, los únicos que no están sorprendidos son los chilenos. En el caos ven un ajuste de cuentas.

La promesa que la política tanto de izquierda como de derecha pregonaron durante décadas que el libre mercado conducirá a la prosperidad y que dicha prosperidad se hará cargo de los otros problemas nunca no se cumplió.

Por un tiempo, la promesa parecía estar dando resultado con índices macros de desarrollo y confianza. El país hizo la transición de una dictadura a la democracia en 1990 y le siguieron décadas de crecimiento económico con gobiernos que se sucedían en paz. Una maquillada calma, que solo servía para que los de siempre se sirvieran de “la mesa del progreso nacional”.

Sin embargo, ese crecimiento no alcanzó a todos los chilenos. Solo para los mismos.

La desigualdad se enquistó profundamente infectando a las capas de bajos recursos. La clase media y baja chilena está tambaleándose con precios altos, sueldos bajos y un sistema privatizado de pensiones que deja a muchas personas mayores en una situación de amarga pobreza. Una serie de escándalos de corrupción y de evasión de impuestos han socavado la confianza en la élite política y corporativa del país. Todo termina por revelarse en la rabia y furia desatada. La representatividad política nunca estuvo tan lejana del clamor popular

Pero en la actualidad, el enojo público generalizado por la desigualdad y la precariedad económica que muchos chilenos ven como una consecuencia de ese sistema, significa que las medidas económicas conservadoras pueden ser más una amenaza a la estabilidad política que un medio para conseguirla. El remedio es más mortal que la enfermedad.

“No son 30 pesos, son 30 años”, es una de las consignas de las protestas. Es una referencia a la propuesta del incremento de la tarifa del metro que inició la crisis y a las tres décadas que han pasado desde que finalizó el régimen militar, con un perpetuo sistema económico.

 

Resultado de imagen de acero y palomaEn medio de ello nos deja Mónica Echeverría el 3 de Enero 2020. Echeverría, dramaturga, profesora, además escribió sobre Violeta Parra, en “Yo, Violeta” (2010); sobre Miguel Krassnoff -uno de los militares con más años de condena en Chile por crímenes de lesa humanidad-, en “Krassnoff arrastrado por su destino” (2008); y sobre Augusto Pinochet, en “Insaciables” (2012).

Mónica Echeverría, se declaró como “feminista desde antes de que se hablara de feminismo” y fue conocida por su lucha en clandestinidad contra Augusto Pinochet, periodo en que formó parte de la agrupación “Mujeres por la Vida”, agrupación feminista que nació como resistencia a la dictadura y denunciaba los atropellos y violaciones a los derechos humanos.

 

 

La poesía reclama a uno de los suyos, Armando Uribe, que al momento de su fallecimiento, 22 DE Enero 2020 tenía 86 años de edad, perteneció a la llamada generación de 1950, comenzando su obra literaria con el poemario Transeúnte Pálido, publicado en 1954. Obtuvo el Premio Nacional de Literatura el año 2004.

Resultado de imagen de verguenz ajena arceAdemás del máximo galardón otorgado a los escritores de Chile, Uribe obtuvo el Premio Municipal de Literatura de Santiago, en 1990; y el Premio de la Crítica 1990, otorgado por el Círculo de Críticos de Arte de Valparaíso.

Uribe nació un 28 de octubre de 1933 y, además de su oficio de escritor, de desempeñó como diplomático durante los gobiernos de Eduardo Frei Montalva y Salvador Allende. Pasó por varias enfermedades que superó o aprendió a sobrellevar.

Pero la muerte, la propia y la de otros, la muerte como idea y como trance ineludible, fue una de sus mayores obsesiones. Otra ha sido el amor en sus diversas manifestaciones: ensoñación juvenil, fervor sigiloso, desolación profunda, oscuro erotismo, declarada devoción (así la tuvo por su esposa Cecilia, con quien se había casado en 1957, madre de sus cinco hijos, y mantuvo esa devoción por casi 20 años de viudez).

Magníficamente  anacrónico en su elegancia para vestir, Uribe escribía sus poemas a mano, “con la letra redonda del niño que aprende”. Vestía y se comportaba como un caballero de otra época, probablemente mejor. Peinado con partidura al medio y traje (muy rara vez dejaba la corbata), durante mucho tiempo el abrigo fue parte de su atuendo, que sólo abandonaba en lo más tórrido del verano.

 

Así comienza éste 2020, con incertidumbres del porte de un buque y esperanzas empuñadas con dientes apretados, vacaciones con un ojo en la playa y el otro en el domicilio particular, intentando vislumbrar la seguridad y el cambio profundo que requiere el tejido social, retomando la vida propia “en la medida de lo posible”, siempre, pero siempre junto a un libro…

De Mónica Echeverría, la colección de Bibliometro posee los textos “Acero y paloma: relato de una mujer libre en cautiverio”; “Insaciables“; algunos ejemplares de “Krassnoff : arrastrado por su destino” y dentro de poco “Crónicas vedadas: antes del juicio final”

De Armando Uribe: “Vergüenza ajena (antipática, tonta y fea)“; “Baba“, “Te amo y te odio : poesía erótica” entre otras opciones.

 


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